Desde sus inicios, Francesca Bianchi ha estado impulsada por una obsesión: crear una auténtica “Máquina Generadora de Emociones”. Cada fragancia nace con el propósito deliberado de provocar una respuesta emocional precisa y profunda.

Esta creación en particular explora el mecanismo mismo de la emoción a través del lenguaje de la perfumería. Parte de una estructura fougère clásica —verde, aromática y amaderada— para luego desafiarla con un giro inesperado: un acorde vibrante de frutas tropicales, dominado por un mango jugoso que altera y transforma la familiaridad del fougère en algo sorprendente y estimulante.

El resultado es una fragancia de contrastes: reconfortante pero innovadora, suave pero vivaz, con una dimensión emocional clara que combina la nostalgia con la alegría de la sorpresa.

A nivel técnico, esta fórmula prescinde por completo de iris o acordes similares, y limita las notas animales a un mínimo, utilizando solo almizcles limpios cuidadosamente seleccionados.